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miércoles

... el famoso 'pudo ser y no fue' ...

Una de las cosas que más me sorprende en esta vida es ver cómo los personajes de la televisión, incluso gente que conozco, rehacen sus vidas con una facilidad pasmosa. Va más allá de ser modelos o de tener personalidades arrolladoras; lo vivo en personas normales, amigos, compañeros de trabajo, conocidos… Y da igual que sus relaciones anteriores hubieran durado diez años, ellos remontan y pronto vuelven a vivir una historia que supera, o al menos suplanta, la vivida. Pues bien, no es mi caso. Entre mi primera y mi segunda relación pasaron cuatro años… Y ahora, en este instante, cuando se cumplen dos años de mi gran desamor, sigo aferrada en un punto de ‘no retorno’ que me sigue haciendo llorar en noches de soledad. 

Y cuando somos conscientes de este ‘no retorno’, lo que nos debemos preguntar es ¿por qué lloro realmente?... La respuesta fácil en mi caso sería decir que “por ese gran amor que me impulsó a escribir este libro”, pero ahondando un poco más podemos hablar de tristeza, merced al recuerdo de compartir mi vida con alguien. Otras veces lloro de impotencia por no haber sabido nada de él en dos años. Otros días derramo lágrimas por su puro ‘idolatrado’ recuerdo. No faltan noches de tristeza por otros ‘pequeños grandes desamores’ que me hacen volver a su evocación. Pero en definitiva, es como si él se hubiera convertido en un ‘ente’ que me sirve de pura inspiración. Pensar en él me permite lamentarme –muy de vez en cuando es algo sano y merecido-; un "controlado tormento" para desahogarme y llorar a gusto, porque su pérdida y no retorno es una de las “excusas” que nadie me puede rebatir.  

Por ser más claros: cuando otro proyecto de amor falla… vuelta al punto de “no retorno”… cuando se echa en falta una vida de pareja… vuelta al punto de “no retorno”… o simplemente, cuando el puro aburrimiento, la falta de ilusión o la rutina nos visita… nosotros nos encomendamos a nuestro punto de “no retorno”. Que como sabemos en el caso de Mel se llama Iván, pero quizá para otros es un lugar, un recuerdo o una persona –las estadísticas marcan que las mujeres nos decantamos por las historias de amor pasadas-. En realidad no dejan de ser excusas irrefutables que marcaron nuestra vida y hoy, nos valen para no culparnos por lamentarnos por fracasos o tropiezos. Iván es simplemente el pretexto de Mel para sentirse desdichada por un rato… Porque reflexionemos en voz alta… Si un morenazo guapísimo le suplicara su amor eterno… ¿¿¿Mel tendría necesidad de volver al punto de “no retorno”???

La conclusión es sencilla. Detectemos nuestro punto de “no retorno”; usémoslo muy de vez en cuando si la vida nos da una ‘colleja’; pero no caigamos en lo fácil: en la lamentación constante por ese “no retorno” (el famoso “pudo ser y no fue”… ), porque como bien dice su propio nombre, no volverá por mucho que lo lloremos o lo alojemos en nuestro eterno recuerdo. La Justicia Cósmica nos suele deparar algo mejor… no hay que empacharse nunca de desdicha por el pasado, hay que alimentarse sólo de futuro. 

¿Localizas tu punto de no retorno con 'nombre y apellido'?
¿Te permites esa 'desdicha pasajera' aferrándote a ese pretexto?
¿Sabes por qué lloras en tus noches de soledad?

... EL PRÓXIMO MIÉRCOLES ...
La pregunta que se hacen las chicas es clara:
¿Los hombres pueden cambiar?


1 comentario:

  1. Paty Lu17/2/11

    Es verdad... Hay dolores que tenemos reconocidos en nuestro corazón y es más fácil aferrarse a ellos cuando vienen mal dadas.

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